LA NUEVA NORMALIDAD: POR UN FUTURO IGUALITARIO Y DE BIENESTAR
“Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”
Ha sido el tema elegido por la ONU para el
día de la Mujer 2021
Lo que hemos
vivido desde febrero del 2020, sin duda nos ha afectado a todas y todos, sin
importar nacionalidad, raza, estatus económico, ni religión; alguien en la faz
de esta tierra, ha perdido un ser querido o un ser cercano, arrebatándonos incluso
la oportunidad de decir adiós; hemos visto peligrar nuestros empleos, para
volver a confinarnos en nuestros refugios, aunque no podemos afirmar que los
efectos de la pandemia sean iguales para todo el mundo; por el contrario, ha
tenido un impacto diferenciado con manifiesto aumento en las desigualdades.
En ese sentido, estaremos
de acuerdo en que se ha acentuado la precariedad laboral y se ha acrecentado el
nivel de pobreza y de vulnerabilidad de mujeres y niñas. Por eso, este 8
de marzo, día de
reivindicación, quiero visibilizar la labor de millones de mujeres que se
dedican a los “cuidados” de otras personas
que los requieren, acrecentados por la pandemia.
Para empezar, pongamos
el foco en la economía del cuidado “invisible”, que en América Latina es de gran relevancia y ha aumentado su carga
durante el coronavirus, centralizándolo en las Mujeres, especialmente en las de
ingresos más bajos, que destinan más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados “no
remunerados”, haciéndolo cada vez más insostenible.
1. Los cuidados como elemento del bienestar en
América Latina y el Caribe
En esa región, según Naciones Unidas, el valor de trabajo no remunerado, como el
doméstico, se calcula en el 15,2 % del PIB regional. En el último año, según
datos del 2020, ha aumentado el número de horas que dedican las mujeres al cuidado
doméstico no remunerado, frente a los hombres; por ejemplo, en Bogotá-
Colombia, se dice que las mujeres dedican 31 horas semanales, mientras que los
hombres solo 14 horas, haciendo crecer la desigualdad laboral con el impacto
negativo que conlleva y un retroceso para la igualdad de género.
A nivel
mundial, por su parte, la carga del trabajo doméstico que realiza las mujeres
es 2,6 veces mayor que la que asumen
los hombres; para el 2018 ONU MUJERES, se había pronunciado y recomendado la
necesidad de algunas prácticas para hacer posible que la responsabilidad sobre
este trabajo fuera valorada y asumida por igual, entre hombres y mujeres, y
entre el Estado y el sector privado; se concretaban en las 3R: Reconocer, Redistribuir y Reducir el
trabajo de cuidados. En desarrollo de estas políticas, los 18 países de América
Latina firmaron en enero del 2020 un Acuerdo (compromiso de Santiago, adoptado en la XIV Conferencia Regional sobre la
Mujer de América Latina y el Caribe), donde
se comprometen a diferentes acciones para hacer esto posible.
Para entenderlo mejor, nos tenemos que remitir al contexto del “Sistema bienestar”. Y es que en los países de la región de américa Latina y el Caribe, el sistema se había estructurado inicialmente en tres pilares y derechos fundamentales: la educación, la salud, y la seguridad social (a los que se accede por un trabajo remunerado formal). Posteriormente viene a integrarse un cuarto pilar, que está relacionado con los “Cuidados”, y que se justifica en la medida que constituya un componente para el desarrollo de la sociedad; es indiscutible que todas las personas en algún momento de sus vidas requerimos de cuidados pero, falta que a esta realidad social, se le dé un rol central en las políticas públicas.
Poco a poco se ha venido reconociendo los “cuidados” como un trabajo esencial para el sostenimiento de la vida, la reproducción de las fuerzas de trabajo y de la sociedad, generando una contribución fundamental para la producción económica, el desarrollo y el bienestar, aunque ese reconocimiento ha llevado consigo una distribución totalmente desequilibrada: recae mayoritariamente en los hogares, siendo realizada de manera no remunerada por las mujeres.
2. Informe de ONU
MUJERES y CEPAL sobre “Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de
Covid-19”
Según este informe, publicado el 19 de agosto 2020, la pandemia del Covid-19 ha reafirmado la
centralización de los cuidados en las mujeres, poniendo en evidencia que esto
es insostenible y merece un replanteamiento de reorganización. Culturalmente se
ha asignado la responsabilidad del cuidado más a las mujeres en el ámbito
familiar. Desde antes de la pandemia,
las mujeres ya dedicaban el triple de tiempo más que los hombres al trabajo del
cuidado.
En dicho informe
se analiza como en países de América Latina ha existido una sobrecarga de
trabajo del tiempo destinado al trabajo no remunerado en las Mujeres, limitando
sus oportunidades y constituyendo un obstáculo para su empoderamiento económico y para el disfrute de sus derechos en
igualdad de condiciones con los hombres
y, en relación con la participación, ya no solo en el mercado laboral, sino
también, en lo social y político.
3.
El papel de las mujeres en la “nueva normalidad”
La llamada “nueva normalidad” implica cambios
importantes en las formas de los trabajos, generando nuevos desafíos sobre
reorganización del trabajo a mediano plazo y presión sobre los sistemas de
educación nacional, salud y protección social.
La construcción de sistemas integrales de cuidados,
con una perspectiva de género que aseguren, tanto el acceso al cuidado de las
personas que lo requieran, como los derechos
de las personas que los prestan, es
un factor fundamental para el empoderamiento
de las mujeres y la igualdad de género y un elemento clave para la recuperación
socio-económica, por ser un generador directo de empleo; por eso la ONU y
la CEPAL, han realizado un llamado a los Gobierno a colocar los
“Cuidados” en el centro de las respuestas al Covid-19.
conclusión:
Ha quedado clara la
importancia que tienen los “cuidados” para las sociedades de América Latina y el
Caribe, y más ahora que se afrontan los impactos generados por la crisis del
Covid-19 y las medidas de contingencia que se vienen implementando en
varios de los países de la región.
Por lo tanto, la otra cara de la crisis es la
oportunidad que ofrece para fortalecer las políticas de cuidados con un enfoque integral, incorporando a todas
las poblaciones que lo requieran y, en todo caso, articulándose con políticas
de empleo, salud, educación y protección social, siempre sobre la base de la
corresponsabilidad e igualdad de género. Solo así, será posible sortear estas
consecuencias económicas que se avecinan.
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